Disimular el amor by Jessica Steele

Disimular el amor by Jessica Steele

autor:Jessica Steele
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2011-04-06T16:04:37+00:00


Capítulo 5

Holden, como Jazzlyn había imaginado, apenas sabía encender un fuego, así que mucho menos sabía cocinar. Aquella misma tarde, Jazzlyn dio un paseo por la playa y al volver, hacia las seis y media, se duchó y se puso ropa limpia. A continuación, al ir hacia la cocina, se cruzó con Holden, que iba a buscarla.

—¿Hay algo que debería de estar haciendo? —preguntó, de una manera encantadora.

Jazzlyn no pudo evitar una sonrisa.

—¡Caramba! Un hombre que se acaba de dar cuenta de que puede ser un problema cenar esta noche.

Él la miró solemnemente, luego su rostro se iluminó con una sonrisa que Jazzlyn imaginaba habría destrozado a muchas mujeres. Ella misma experimentó algo en su corazón.

—Vamos, Jazz.

—Ven conmigo —ordenó—. Te enseñaré a pelar patatas nuevas.

Para su sorpresa, Jazzlyn se encontró a un alumno voluntarioso. A pesar de ello, y debido a la lentitud con que lo hacía, Jazzlyn no tuvo más remedio que agarrar un cuchillo y unirse a él.

Entonces se preguntó si era una buena idea. Sus manos se rozaron en el recipiente de agua y se apartó bruscamente, bastante nerviosa. Él la miró de una forma intensa y penetrante, sin sonreír, como si tratara de borrar en ella la sensación que la había alterado.

Jazzlyn miró hacia otra parte, abrió el grifo y se lavó las manos.

—En este fregadero no cabemos los dos. Además, eres suficientemente mayor como para hacerlo tú sólo.

—¡Eres una mandona! —le acusó él.

Ella fue al frigorífico y sacó dos filetes. Cuando se sentaron a comer, Jazzlyn había recuperado la calma y él estaba como siempre: agradable, buen conversador y fácil de acompañar. Era, definitivamente, un amigo.

¿Entonces por qué al subir a su cuarto aquella noche ella se sintió mal? ¿Sería porque quería seguir con él? ¡Desde luego el buen tiempo debía de estar sentándole mal!

Se levantó temprano a la mañana siguiente y, a pesar de que Rembrandt no estaba allí, decidió darse su paseo matinal antes del desayuno.

Se alegró al ver que Holden la esperaba en la planta de abajo.

—¿Decidida a caminar un poco antes de que haga demasiado calor? —preguntó Holden, en el momento de salir.

—¿Sueles darte un paseo por la mañana aunque no estés de vacaciones? —quiso saber ella.

—Siempre —replicó—. Especialmente los domingos.

Jazzlyn descubrió en ese momento dos cosas: que era domingo, y que otro de los problemas de las vacaciones era el no saber el día en que vives.

—¡Mentira! —protestó.

—Es cierto, aunque nunca con una compañía tan maravillosa.

—No te creo.

Él rió. Jazzlyn tuvo el presentimiento de que Holden había disfrutado de aquel paseo tanto como ella. Al regresar a la casa, se fue hacia su cuarto y después de cambiarse de calzado, se dirigió a la cocina para preparar el desayuno de ambos. Pero descubrió que Holden sabía perfectamente cómo encender la tostadora. ¡Y no sólo eso, la mesa estaba puesta y el desayuno preparado para ella!

—He hecho huevos pasados por agua y tostadas, ¿te parece bien, señorita?

—Gracias, caballero mío —al alzar la vista vio que él se había quedado un poco aturdido—.



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